La agricultura y la producción de alimentos representan alrededor del 70 % del consumo mundial de agua, por eso es importante mejorar la eficiencia de su uso con tecnologías de riego y una red de infraestructura hidráulica en el campo para evitar pérdidas por filtración, que podrían significar grandes costos de inversión para la empresas.
Según el Informe Mundial de Naciones Unidas sobre desarrollo de Recursos Hídricos, la demanda mundial de agua se ha estimado en alrededor de 4,600 kilómetros cúbicos al año y se prevé que aumente hasta un 30%. Es decir, para el año 2050 estaremos consumiendo entre 5,500 y 6,000 kilómetros cúbicos al año. Además, se calcula que la población mundial aumentará de los 7,700 millones registrados en el 2017 a entre 9,400 y 10,200 millones para el año 2050. Esto promoverá una mayor demanda de alimentos y un más alto volumen de agua para su producción.
Mientras un informe de la ONU publicado con motivo del Foro Mundial del Agua estima que siete mil millones de personas padecerán escasez de agua en 2050; la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) proyectó un aumento de las extracciones de agua para riego del 5.5% para el período 2008-2050. La situación mundial del agua requiere una agricultura más eficiente.
La agricultura tradicional necesita incrementar su nivel de tecnificación para ser más competitiva y sostenible. Un mayor impulso de programas de tecnología y asistencia en campo, así como la dotación de tuberías y accesorios que ayudan a eliminar la pérdida de agua, serán clave para incrementar la productividad agrícola.
¿Qué tecnologías de riego se recomiendan?
De acuerdo con un análisis de Pavco Wavin, un sistema de riego por goteo tiene el doble de eficiencia que el sistema de riego convencional por surco, es decir, se estima que con un mismo volumen de agua disponible se puede regar el doble de área, lo que significa mayores beneficios para la operación.
Los sistemas de riego tecnificado más usados en Perú son el riego por goteo y el riego por aspersión. Ambas tecnologías son más eficientes que el riego convencional ya que además de maximizar la eficiencia en la aplicación del agua, permiten la llegada de nutrientes de forma fraccionada según la etapa del cultivo, logrando incrementar la productividad en cantidad y calidad.